viernes, 23 de febrero de 2007

Defunciones



La pérdida de un ser querido es una de las experiencias de la persona que más afecta a la fe. Toda despedida en esta vida duele, cuánto más aquella última que parece definitiva. La Biblia está llena de ejemplos de cómo la muerte nos afecta. Jesucristo lloró ante la tumba de su amigo Lázaro. Las mujeres lloraban por la cercana muerte de Jesús. María lloraba al pie de la cruz.

¿Qué le diríamos a alguien en una situación así? Yo, personalmente, en los días cercanos a la pérdida no diría nada. Las mujeres lloraron tres días ante la tumba de Jesucristo, y creo que es lo más humano. Dejar que nuestro dolor y nuestra rabia fluyan fuera de nosotros es lo más sano. En estos primeros días bastan nuestro silencio y nuestra compañía. En un segundo momento, pasados unos días, le hablaría del sentido cristiano de la muerte, que como hemos dicho antes es la resurrección. Entonces el alma está más receptiva que nunca a un anuncio de salvación, y una palabra así seguro que es acogida con agradecimiento y estima.

Dice el Señor: “Yo soy la Resurrección y la Vida. Todo aquél que cree y vive en mí, no morirá jamás”

Nómina de hermanos que han celebrado su Pascua. Su familia ha celebrado la Eucaristía por el eterno descanso de ellos en nuestra Parroquia.

Ellos son:

  • Carlos Dasati Bruzo (Q.E.P.D), + 01/01/2007
  • Antonio Rojas Pacheco (Q.E.P.D), + 14/01/2007
  • Jaime Garrote Daza (Q.E.P.D), + 29/01/2007
  • Dagoberto Encina Toro (Q.E.P.D), + 05/02/2007
  • Olga Abufom Mazú (Q.E.P.D), + 13/02/2007
  • Olga Manzano Manzano (Q.E.P.D), + 14/02/2007
  • Víctor Santos Paredes (Q.E.P.D), + 17/02/2007

Oramos por cada uno de ellos y por sus familias, para que el Señor Jesús en su infinita misericordia les otorgue el consuelo por esta irreparable perdida en sus familias.